Casi se puede ver el mes de junio a la vuelta de la esquina
y a un guaje que cargando con una bolsa de deporte subía camino de las piscinas
de Pénjamo. Siempre pensó que algún día tendría que dar el paso y saltar desde
el segundo trampolín al vacio, no había peligro, una piscina enorme de cinco
metros de profundidad esperaba al final, y todos los que habían hecho tal
proeza aseguraban que era imposible llegar a tocar el fondo, para él, lo
importante, es que vieran que era un “Valiente”. Por unas u otras razones, casi
siempre relacionadas con el miedo, nunca llegó a realizar aquel salto y ahora
resultaría del todo imposible, los trampolines desaparecieron mucho antes de
cerrarlas…
Puedo asegurar, a mis superados cincuenta años, que me
gustaría volver a darme un chapuzón en esas piscinas. Gracias Asociación Pro Recuperación
Piscinas de Langreo por mantener viva esta ilusión…y os quiero dedicar esta canción que tanto me gustaba
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